Por diferentes circunstancias y situaciones, en algún momento a lo largo de la vida todas las personas necesitan recibir cuidados o buscar a un profesional calificado para atender a un familiar cercano. Una tarea que, especialmente cuando se desempeña durante un largo plazo, se convierte en un proceso complejo que puede ocasionar un gran desgaste físico, psicológico y de salud en general.
Y es que ¿qué pensaríamos y sentiríamos si tuviésemos que desarrollar un trabajo que nos ocupase las 24 horas al día? Una labor que además supusiera un gran esfuerzo físico y mental. Pues ésta es más o menos la situación a la que se enfrentan muchas familias cuando les toca cuidar de una persona enferma. Además, cuando este tipo de cuidados se dan en el seno familiar, en el 90% de los casos recaen sobre las mujeres, lo que las convierte casi siempre en las cuidadoras de las personas mayores de la casa o de aquellos familiares dependientes con problemas funcionales o cognitivos, una situación que puede generar serias consecuencias como agotamiento, carga mental, estrés emocional o falta de tiempo personal. Estas afecciones de salud dan origen a lo conocido como el “síndrome del cuidador”.
Este síndrome se refiere a aquellas personas que sufren el desgaste físico, psicológico y de su salud en general por el cuidado constante y continuado de una persona enferma , con enfermedad crónica, mental, dependencia física y psíquica, o que necesita cuidados por la edad, etc.… Esta situación conlleva también a un aislamiento social por falta de tiempo personal, así como una gran carga emocional por observar diariamente el deterioro de la persona a la que se cuida. La intensidad de este síndrome y sus consecuencias varían en función de los apoyos familiares y sociales con los que cuenta cada cuidador o cuidadora, así como por la carga de trabajo, el tiempo y el número de actividades que exigen de una atención total según el grado de dependencia de la persona enferma.
Por todos estos motivos, y con el objetivo de poder hacer frente al exceso de trabajo que supone cuidar a un familiar sin que dicha tarea repercuta excesivamente en la salud y el estado de ánimo, los profesionales de la salud recuerdan que las personas que cuidan deben atender también sus propias necesidades y cuidar de sí mismos. Según los especialistas hay que buscar un espacio para cuidar al que cuida, para cuidarse más y mejor y mantener la propia salud y el bienestar físico, emocional y social de la persona que representa el rol de cuidador o cuidadora. Por eso se considera una premisa fundamental ofrecer todo el apoyo a aquella o aquellas personas encargadas del cuidado de un enfermo. Para ello se recomienda también seguir las siguientes pautas:
BIBLIOGRAFIA
Gerardo Viau. (2014). “La importancia de cuidar a los que cuidan”. Disponible en: La importancia de cuidar a los que cuidan - Rioja Salud